Filosofía griega
Se considera en general que la filosofía occidental comenzó en la Grecia antigua, y en Jonia más en concreto, como una especulación en torno a la naturaleza subyacente del mundo físico. En su forma primera no se distinguía de la ciencia natural, pues los primeros filósofos eran físicos preocupados por determinar qué puede permanecer tras el aparente cambio. Los escritos de los primeros filósofos no se han conservado en lo fundamental, excepto algunos fragmentos citados por Aristóteles y otros autores pertenecientes a épocas posteriores.
Filosofía helenística y romana
Desde el siglo IV a.C. hasta el desarrollo de la filosofía cristiana en el siglo IV, el epicureísmo, el estoicismo, el escepticismo y el neoplatonismo fueron las principales escuelas filosóficas en el mundo occidental. El interés por la ciencia natural declinó en ese periodo y estas escuelas se preocuparon sobre todo por la ética y la religión.
Filosofía medieval
Durante el declive de la civilización
grecorromana, los filósofos occidentales abandonaron la
investigación científica de la naturaleza y la búsqueda de la
felicidad en el mundo y se preocuparon por el problema de la
salvación en otro mundo mejor. Hacia el siglo III, el cristianismo se había extendido a las clases más
cultas del Imperio romano. Filosofía medieval después de
santo Tomás de Aquino
Las mayores críticas a la filosofía tomista (adhesión a las teorías de Aquino) fueron formuladas por Juan Duns Escoto y Guillermo de Ockham. Duns Escoto desarrolló un sutil y muy técnico sistema de lógica y metafísica, pero debido al fanatismo de sus seguidores, el nombre de Duns se convirtió más tarde en símbolo de estupidez en la palabra inglesa dunce (burro). Escoto rechazó el intento de Tomás de Aquino de reconciliar la filosofía racional con la religión revelada. Mantuvo, en una versión modificada de la llamada doctrina de la doble verdad de Averroes, que todas las creencias religiosas son asuntos de fe, excepto la creencia en la existencia de Dios, que consideraba demostrable desde supuestos lógicos. En contra de la idea de Aquino según la cual Dios actúa de acuerdo con su naturaleza racional, Escoto afirmó que la voluntad divina es anterior al propio intelecto divino y crea (en vez de amoldarse a ellas) las leyes de la naturaleza y la moral (voluntarismo), lo que implicaba una noción del libre albedrío más amplia que la de Tomás de Aquino. Al abordar el problema de los universales, Duns Escoto planteó un nuevo compromiso entre realismo y nominalismo al explicar la diferencia entre los objetos individuales y las formas que esos objetos ejemplifican (individuación) como una distinción lógica en vez de real.
El franciscano inglés Guillermo de Ockham formuló la crítica de carácter más radical y nominalista de la creencia escolástica en el campo de lo intangible, cosas invisibles como las ideas, esencias y universales. Mantuvo que tales entidades abstractas sólo son referencias terminológicas que designan a su vez otras palabras en lugar de ser útiles para referirse a cosas reales. Su famosa regla, conocida como la navaja de Ockham que afirma que no se debe suponer la existencia de más cosas de las que son necesarias según imperativos lógicos se convirtió en un principio fundamental de la ciencia y filosofía modernas.
En los siglos XV y XVI, el renacer del
interés científico por la naturaleza se vio acompañado por la
tendencia hacia el misticismo panteísta. El prelado católico
romano Nicolás de Cusa o Cusano anticipó la obra del astrónomo
polaco Nicolás
Copérnico al sugerir
que la Tierra se mueve alrededor del Sol, desplazando así a la
humanidad del centro del Universo, al que concibió como infinito
e idéntico a Dios. El filósofo italiano Giordano Bruno, que también identificó el
Universo con Dios, desarrolló las implicaciones filosóficas de
la teoría copernicana. La filosofía de Bruno influyó en
corrientes intelectuales posteriores que llevaron al nacimiento
de la ciencia moderna y a la Reforma.
Filosofía moderna
Desde el siglo XV la filosofía moderna ha estado marcada por una interacción continua entre sistemas de pensamiento basados en una interpretación mecanicista y materialista del Universo y aquellos otros basados en la creencia en el pensamiento humano como la única realidad última. Esta interacción ha reflejado el creciente efecto del descubrimiento científico y el cambio político en la especulación filosófica.
Filosofía evolucionista
La idea mecanicista
del mundo propia del siglo XVII y la fe en
la razón y el sentido común del siglo XVIII, aunque todavía
influyentes, fueron modificados en el siglo XIX por
una serie de ideas más complejas y dinámicas, basadas más en
la biología y la historia que en las matemáticas y la física.
Entre otras, muy influyente fue la teoría de la evolución a través de los principios de la
selección natural, proclamada en 1858 por Charles Darwin, cuyo trabajo inspiró concepciones
de la naturaleza y de la humanidad que ponían énfasis en el
conflicto y en el cambio como factores que estimulaban la evolución,
y se definían contra la unidad y la permanencia sustancial. Por
su parte, los alemanes Karl Marx y Friedrich Engels, que se conocieron en París en 1844,
elaboraron la filosofía del materialismo dialéctico,
basado en la lógica dialéctica de Hegel, pero hicieron de la
materia (en vez de la mente) la realidad última. De Hegel adoptaron la idea según
la cual la historia avanza de acuerdo con leyes dialécticas y
que las instituciones sociales son más reales en el plano
material que una naturaleza física o la mente individual. Su
aplicación de estos principios a los problemas sociales fue
llamada materialismo histórico, teoría según la cual
todas las formas de cultura están determinadas por las
relaciones económicas y en la que la evolución social acontece
a través de la lucha de clases y revoluciones periódicas. Esta
teoría se convirtió en la base ideológica del comunismo. El filósofo británico Herbert Spencer elaboró una filosofía
evolucionista basada en el principio de la selección natural,
que explica todos los elementos de la naturaleza y de la sociedad
como adaptaciones en la lucha cósmica por la supervivencia. Al
igual que Comte, sustentó la filosofía en la sociología y en
la historia por considerarlas las ciencias más avanzadas.
Filosofía analítica
La escuela del empirismo o positivismo lógico, fundada en Viena,
se convirtió en un movimiento importante del pensamiento
estadounidense. El empirismo lógico (que combina el positivismo
de Hume y Comte con el interés por el rigor y la precisión lógicos
de Descartes y Kant) rechaza la metafísica como un juego
terminológico sin sentido, insiste en la definición de todos
los conceptos en términos de hechos observables, y asigna a la
filosofía la tarea de clarificar los conceptos y la sintaxis lógica
de la ciencia.
Una vía de filosofía analítica, también llamada análisis lingüístico, que se inspiró en el trabajo de Moore, y fue desarrollada en concreto por Ludwig Wittgenstein en su Tractatus logicus-philosophicus (Tratado lógico-filosófico, 1921), se ha convertido en la visión dominante de la filosofía británica de hoy. Esta escuela de pensamiento también rechaza la metafísica especulativa y centra la filosofía en la tarea de ordenar el rompecabezas intelectual causado por la ambigüedad del lenguaje merced al análisis de las palabras propias del discurso ordinario. Identifica el significado de una palabra con el sentido con que de forma corriente esa palabra es utilizada.
Filosofía existencial
La filosofía existencial, que surgió
de la revuelta romántica del siglo XIX contra la razón y la
ciencia en favor de la implicación apasionada en la vida,
fue muy importante en el pensamiento a través del trabajo de Martin Heidegger y en menor escala de Karl Jaspers. Heidegger combinó el
planteamiento fenomenológico de Husserl con la acentuación de
Kierkegaard de la intensa experiencia emocional y la concepción
de Hegel de la negación como una fuerza real. La filosofía de
Heidegger sustituye la nada por Dios como la fuente de los
valores humanos; Jaspers encontró a Dios (al que llamó
Transcendencia) en la intensa experiencia emocional de los seres
humanos. El español Miguel de Unamuno desarrolló un original pensamiento que
destacaba el valor de la existencia individual, el sentimiento trágico
de la inmortalidad humana y el valor de la literatura como fuente
de expresión filosófica. José Ortega y Gasset, principal representante de la filosofía en
España, defendió la intuición frente a la lógica
y criticó la cultura de masas y la sociedad mecanizada de los
tiempos modernos. El erudito y autor sionista de origen austriaco
Martin
Buber, compaginando el
misticismo judío con las tendencias del pensamiento existencial,
interpretó la experiencia humana como un diálogo entre el
individuo y Dios.
Varias síntesis de la teología tradicional con la idea existencial de que el conocimiento es más emocional que científico han sido realizadas en Suiza por Karl Barth y en Estados Unidos por Reinhold Niebuhr y Paul Tillich. En Francia, Jean-Paul Sartre fue uno de los que más contribuyó a la popularización del existencialismo. Sus escritos, novelas y obras de teatro fusionaron las ideas de Descartes, Marx, Kierkegaard, Husserl y Heidegger en una concepción de los seres humanos que se proyectan a sí mismos fuera de la nada mediante la afirmación de sus propios valores y, por tanto, asumiendo la responsabilidad ética de sus actos.
Durante la década de 1960 los escritos del pastor protestante estadounidense Martin Luther King señalaron que la filosofía había estado demasiado alejada de las grandes revueltas sociales y políticas que estaban produciéndose en todo el mundo. Siguiendo los principios del líder nacionalista indio Mohandas Karamchand Gandhi, King abogó por una actitud de resistencia cívica y no violenta ante la injusticia.
ESCUELAS FILOSOFICAS GRIEGAS.
Se considera en general que la
filosofía occidental comenzó en la Grecia antigua, y en Jonia más
en concreto, como una especulación en torno a la naturaleza
subyacente del mundo físico. En su forma primera no se distinguía
de la ciencia natural, pues los primeros filósofos eran físicos
preocupados por determinar qué puede permanecer tras el aparente
cambio. Los escritos de los primeros filósofos no se han
conservado en lo fundamental, excepto algunos fragmentos citados
por Aristóteles y otros autores pertenecientes a épocas
posteriores.
La escuela jónica
El primer pensador considerado filósofo
en el tiempo fue Tales de Mileto, originario de esta
ciudad, en la costa jónica de Asia Menor, que vivió hacia el año
580 a.C. Tales, venerado por las generaciones posteriores
como uno de los Siete Sabios de Grecia, se interesó por
los fenómenos astronómicos, físicos y meteorológicos, y sus
investigaciones científicas le llevaron a pensar que todos los
fenómenos naturales son formas diferentes de una sustancia
fundamental (una primera idea sobre el monismo) que
él creía era el agua, pues pensaba que la evaporación y
condensación eran procesos universales. Anaximandro, discípulo
de Tales, mantenía que el primer principio a partir del cual
surgen todas las cosas es una sustancia intangible, invisible e
infinita que llamó apeiron (lo ilimitado).
Comprendió, sin embargo, que en todas las cosas se podía
encontrar una sustancia no observable, por lo que su noción de
lo ilimitado anticipó la noción moderna de un Universo sin límite.
Esta sustancia, afirmaba, es eterna e indestructible. Debido a su
movimiento continuo, las sustancias conocidas como calor,
frío, tierra, aire y fuego evolucionan de una forma
ininterrumpida generando a su vez los distintos objetos y
organismos que configuran el mundo que conocemos por los sentidos.
El tercer gran filósofo jonio, Anaxímenes, volvió a la suposición de Tales de que la sustancia primera es algo conocido y material, pero mantuvo que ésta es el aire en vez del agua. Creía que los cambios que experimentan los objetos se pueden explicar en términos de rarefacción y condensación del aire. De tal modo, Anaxímenes fue el primer filósofo que explicó diferencias cualitativas en términos de diferencias cuantitativas, un método fundamental en la ciencia física.
En general, la escuela jónica dio el primer paso radical desde la explicación mítica de los fenómenos naturales a la exposición científica; descubrió los importantes principios científicos de la permanencia de la sustancia, la evolución natural del mundo y la reducción de calidad a cantidad.
La escuela pitagórica
Hacia el año 530 a.C., el filósofo Pitágoras de Samos fundó una escuela de filosofía en Crotona, en la Magna Grecia, al sur de Italia, que fue más religiosa y mística que la escuela jónica. Pretendía conciliar la antigua visión mítica del mundo con el creciente interés por la explicación científica. El sistema de filosofía resultante que se conoció como pitagorismo aunó las creencias éticas, sobrenaturales y matemáticas en una visión espiritual de la vida. Los pitagóricos enseñaron y practicaron un sistema de vida basado en la creencia de que el alma es prisionera del cuerpo, del cual se libera al morir y se reencarna en una forma de existencia, más elevada o no, en relación con el grado de virtud alcanzado. El principal propósito de los seres humanos tendría que ser la purificación de sus almas mediante el cultivo de virtudes intelectuales, la abstención de los placeres de los sentidos y la práctica de diversos rituales religiosos. Los pitagóricos que descubrieron las leyes matemáticas del tono musical dedujeron que el movimiento planetario produce una "música de las esferas" y desarrollaron una "terapia a través de la música" para lograr que la humanidad encontrara su armonía con las esferas celestes. Identificaron la ciencia con las matemáticas y mantuvieron que todas las cosas son reductibles a números y figuras geométricas. Realizaron grandes contribuciones a las matemáticas, la teoría musical y la astronomía.
La escuela de Heráclito
Heráclito de Éfeso (Jonia), continuando la búsqueda de la sustancia primigenia que iniciaron los jonios, afirmó que ésta es el fuego. Observó que el fuego produce cambios en la materia y anticipó la teoría moderna de la energía. También afirmó que todas las cosas se encuentran en un estado de flujo continuo (panta rei), que la estabilidad es una ilusión y que sólo el cambio y la ley del cambio (o logos) son reales. La doctrina del logos de Heráclito, que identificaba las leyes de la naturaleza con una mente divina, evolucionó hacia la teología panteísta del estoicismo.
La escuela eleática
En el siglo V a.C., Parménides fundó una escuela de filosofía en Elea, colonia griega en la península Itálica (Magna Grecia). Parménides adoptó una actitud opuesta a la de Heráclito en la relación entre estabilidad y cambio y mantuvo que el universo o lo que es, es decir, el ente, se puede describir como una esfera indivisible e inmutable y que toda referencia a cambio o diversidad es por sí misma contradictoria. Mantenía que nada puede ser realmente afirmado excepto "lo que es" (el ente). Zenón de Elea, discípulo de Parménides, intentó probar la unidad del ser afirmando que la creencia en la realidad de cambio, la diversidad y el movimiento lleva a paradojas lógicas. Las aporías de Zenón llegaron a ser enigmas intelectuales que filósofos y lógicos de todas las épocas posteriores han intentado resolver. El interés de los eleáticos por el problema de la consistencia racional propició el desarrollo de la ciencia de la lógica.
Los pluralistas
La especulación en torno al mundo físico
iniciada por los jonios fue seguida en el siglo V a.C. por Empédocles
y Anaxágoras, que desarrollaron filosofías que sustituían
la descripción jónica de una sustancia primera única por la
suposición de una pluralidad de sustancias. Empédocles mantenía
que todas las cosas están compuestas por cuatro elementos
irreductibles: aire, agua, tierra y fuego, combinados o separados
por dos fuerzas opuestas según un proceso de alternancia: el
amor y el odio. Mediante este proceso, el mundo evoluciona desde
el caos hasta la forma y vuelve al caos otra vez, en un ciclo
reiterado. Empédocles consideró el ciclo eterno como el objeto
verdadero del culto religioso y criticó la creencia popular en
divinidades personales pero no consiguió explicar cómo los
objetos conocidos por la experiencia pueden desarrollarse al
margen de factores que son por completo distintos a ellos. Por
consiguiente, Anaxágoras sugirió que todas las cosas están
compuestas por partículas muy pequeñas o semillas,
que existen en una variedad infinita. Para explicar cómo se
combinan esas partículas para formar los objetos que constituyen
el mundo conocido, Anaxágoras desarrolló una teoría de la
evolución cósmica. Afirmaba que el principio activo de este
proceso evolutivo es una mente universal que separa y combina las
partículas, el nous. Su concepto de partículas
elementales llevó al desarrollo de una teoría atómica de la
materia.
Los atomistas
Fue un paso natural el que condujo desde el pluralismo hasta el atomismo, interpretación según la cual toda materia está compuesta por partículas diminutas e indivisibles que se diferencian sólo en simples propiedades físicas como el peso, el tamaño y la forma. Este paso se dio en el siglo IV a.C. con Leucipo y su colaborador más conocido, Demócrito de Abdera, a quien se le atribuye la primera formulación sistemática de una teoría atómica de la materia. Su concepción de la naturaleza fue materialista de un modo absoluto, y explicó todos los fenómenos naturales en términos de número, forma y tamaño de los átomos. Redujo las cualidades sensoriales de las cosas (como calor, frío, gusto y olor) a las diferencias cuantitativas de los átomos. Las formas más elevadas de existencia, como la vida de las plantas y animales e incluso la humana, fueron explicadas por Demócrito en términos físicos en sentido estricto. Aplicó su teoría a la psicología, la fisiología, la teoría del conocimiento (epistemología), la ética y la política, y presentó así el primer planteamiento amplio del materialismo determinista que afirma que todos los aspectos de la existencia están determinados de forma rígida por leyes físicas.
Los sofistas
Hacia finales del siglo V a.C., un grupo de maestros ambulantes llamados sofistas alcanzó un gran renombre en toda Grecia. Los sofistas tuvieron un papel importante en la evolución de las ciudades Estado griegas desde unas monarquías agrarias hasta su consolidación como democracias comerciales. Conforme crecieron la industria y el comercio helénicos, una nueva clase de ricos comerciantes poderosos en el ámbito económico empezó a controlar el poder político. Careciendo de la educación de los aristócratas, quisieron prepararse para la política y el comercio pagando a los sofistas a cambio de enseñanzas en el arte de hablar en público, el razonamiento legal y la cultura general. A pesar de que lo mejor de los sofistas contribuyó mucho al pensamiento griego, el grupo en su conjunto adquirió una reputación de falaz, hipócrita y demagogo. De ahí que la palabra sofisma represente esas deficiencias morales. La famosa máxima de Protágoras, uno de los sofistas más importantes, "el hombre es la medida de todas las cosas", es representativa de la actitud filosófica de esta escuela. Sus componentes mantenían que los individuos tienen el derecho de juzgar por sí mismos todos los asuntos; negaban la existencia de un conocimiento objetivo en el que se supone que todo el mundo debe creer, mantuvieron que la ciencia natural y la teología tienen poco o ningún valor porque carecen de relevancia en la vida diaria, y declararon que las reglas éticas sólo tenían que asumirse cuando conviene al propio interés.
Filosofía socrática
Tal vez la mayor personalidad filosófica en la historia haya sido Sócrates. Nacido en el 469 a.C., practicó un diálogo continuo con sus alumnos hasta que fue sentenciado a muerte, condena que cumplió bebiendo cicuta en el 399 a.C. A diferencia de los sofistas, Sócrates se negó a aceptar dinero por sus enseñanzas, afirmando que no tenía ninguna certidumbre que ofrecer excepto la conciencia de la necesidad de más conocimiento. Sócrates no dejó ningún escrito, pero sus enseñanzas fueron preservadas para generaciones posteriores en los diálogos de su famoso discípulo Platón y también aparecen en los escritos de Jenofonte. Sócrates enseñó que cada persona tiene pleno conocimiento de la verdad última dentro de su alma y que sólo necesita llevarlo a la reflexión consciente para darse cuenta. Por ejemplo, en Menón (un diálogo de Platón) Sócrates plantea a través de una ficción la forma en que un esclavo ignorante puede llegar a la formulación del teorema de Pitágoras, demostrando así que el conocimiento está innato en el alma, en vez de ser implícito o indisociable de la experiencia. Sócrates creía que el deber del filósofo era provocar que la gente pensara por sí misma, en vez de enseñarle algo que no supiera. Por eso se decía partero de ideas. Su contribución a la historia de la filosofía no fue una doctrina sistemática, sino un método de reflexión, la mayéutica, y un tipo de existencia. Hizo hincapié en la necesidad de un examen analítico de las creencias de cada uno, de definiciones claras de los conceptos básicos, y de un planteamiento racional y crítico de los problemas éticos.
Filosofía platónica
Platón fue un pensador más
sistemático que Sócrates, pero sus escritos, en especial los
primeros diálogos, pueden ser considerados como una continuación
y elaboración de las ideas socráticas. Al igual que Sócrates,
Platón consideró la ética como la rama más elevada del saber,
y subrayó la base intelectual de la virtud al identificar virtud
con sabiduría. Esta idea llevó a la llamada paradoja socrática
por la que "ningún hombre hace el mal por propia voluntad",
como dice Sócrates en Protágoras. Más tarde, Aristóteles
advirtió que una conclusión así no da lugar a la
responsabilidad moral. Platón exploró también los problemas
fundamentales de la ciencia natural, la teoría política, la
metafísica, la teología y la epistemología, y enriqueció
conceptos que luego han sido fundamentos permanentes en el
pensamiento occidental.
La base de la filosofía de Platón es su teoría de las ideas, o doctrina de las formas. La teoría de las ideas (que queda expresada en muchos de sus diálogos, sobre todo en La República y Parménides) divide la existencia en dos esferas o mundos, una "esfera inteligible" de ideas o formas perfectas, eternas e indivisibles, el Topos Uranos, y una "esfera sensible", de objetos concretos y conocidos. Los árboles, las piedras, los cuerpos humanos y en general los objetos que pueden ser conocidos a través de los sentidos son para Platón irreales, sombríos y copias imperfectas de las ideas. Llegó a esta, en apariencia, extraña conclusión por las elevadas reglas que adjudicó al conocimiento, por ejemplo, que todos los objetos auténticos de conocimiento fueran descritos sin contradicciones. Como todos los objetos percibidos por los sentidos experimentan cambios, una afirmación hecha respecto a esos objetos en un instante no será válida en un momento posterior. Según Platón, esos objetos no son del todo reales. Las creencias que se derivan de la experiencia de esos objetos son, por lo tanto, imprecisas e inconstantes, mientras que los principios de las matemáticas y la filosofía elaborados a partir de la meditación interior sobre las ideas constituyen el único saber digno de ese nombre. En La República, Platón muestra la humanidad prisionera en una caverna que confunde las sombras proyectadas en una roca con la realidad; considera al filósofo como la persona que penetra en el universo fuera de la caverna de la ignorancia y alcanza una visión de la verdadera realidad, el mundo de las ideas. El concepto de Platón del bien absoluto que es la idea más elevada y engloba a todas las demás ha sido una fuente principal de las doctrinas religiosas panteísta y mística en la cultura occidental.
La teoría de las ideas de Platón y su visión racionalista del conocimiento son la base de su idealismo ético y social. El mundo de las ideas eternas facilita las normas o ideales según los cuales todos los objetos y acciones han de someterse al juicio del hombre. La persona filosófica, que se abstiene de los placeres sensuales y busca en su lugar el conocimiento de los principios abstractos, encuentra en esos ideales los modos para regir la conducta personal y fiscalizar las instituciones sociales. La virtud personal consiste en una armónica relación entre las facultades del alma. La justicia social consiste entonces en la armonía entre las distintas clases de la sociedad. El estado ideal de una mente sana en un cuerpo sano requiere que el intelecto controle los deseos y las pasiones, así como el estado ideal de la sociedad requiere que los individuos más sabios controlen a las masas buscadoras de placer. Según Platón, la verdad, la belleza y la justicia coinciden en la idea del bien. Por lo tanto, el arte que expresa los valores morales es el mejor. En su programa social, Platón apoyó la censura en el arte, por estimarla como un instrumento para la educación moral de la juventud.
Filosofía aristotélica
Aristóteles, que empezó a estudiar en la Academia de Platón con 17 años, en el 367 a.C., es considerado el más ilustre discípulo de Platón y se sitúa junto con su maestro entre los más profundos e influyentes pensadores del mundo. Después de asistir durante varios años a la Academia de Platón, Aristóteles se convirtió en el preceptor de Alejandro Magno. Más tarde regresó a Atenas para fundar el Liceo, una escuela que, al igual que la Academia de Platón, fue durante siglos uno de los grandes núcleos de enseñanza en Grecia. En sus conferencias, Aristóteles definió los conceptos y principios básicos de muchas de las ciencias teóricas, como la lógica, la biología, la física y la psicología. Al establecer los rudimentos de la lógica como ciencia, desarrolló la teoría de la inferencia deductiva, representada por el silogismo (proposición deductiva que utiliza dos premisas y una conclusión), y un conjunto de reglas para fundamentar lo que habría de ser el método científico.
En su teoría metafísica Aristóteles discutió la separación que hizo Platón de idea y materia, y afirmó que las ideas o esencias están contenidas dentro de los objetos mismos que las ejemplifican. Para Aristóteles, cada cosa real es una mezcla de potencia y acto; en otras palabras, cada cosa es una combinación de aquello que puede ser (pero que todavía no es) y de aquello que ya es (también distinguido como materia y forma), porque todas las cosas cambian y se convierten en otra cosa diferente de lo que son, excepto los intelectos activos humanos y divinos, que son formas puras.
Para Aristóteles la naturaleza es un sistema orgánico de cosas cuyas manifestaciones comunes hacen posible ordenarlas en clases de especies y géneros; cada especie tiene una forma, propósito y modo de desarrollo en cuyos términos se puede expresar. El fin de la ciencia teórica es definir las actitudes, propósitos y modos esenciales de desarrollo de todas las especies y disponerlos en su orden natural de acuerdo con sus complejidades según su forma, siendo los principales niveles el inanimado, el vegetativo, el animal y el racional. El alma, para Aristóteles, es la forma o realidad del cuerpo, y los humanos, cuyo espíritu racional constituye una forma más elevada que la de las demás especies terrenales, la más elevada dentro de las perecederas. Los cuerpos celestes, compuestos de una sustancia imperecedera o éter, y movidos en un perfecto movimiento circular por Dios, son todavía más altos en el orden de la naturaleza. Esta clasificación jerárquica de la naturaleza se adoptó por muchos teólogos cristianos, judíos y musulmanes en la edad media como una visión de la naturaleza.
La
filosofía política y ética de Aristóteles surgió también de
un examen crítico de los enunciados platónicos. Las normas de
conducta personal y social, según Aristóteles, pertenecen al
estudio científico de las tendencias naturales de los individuos
y las sociedades en vez de contemplarse en la esfera celeste de
las ideas puras. Menos insistente que Platón en una conformidad
rigurosa respecto a los principios absolutos, Aristóteles
consideró las reglas éticas como guías prácticas para
alcanzar una vida feliz y plena. El énfasis que puso en la
felicidad, como el cumplimiento de las capacidades naturales,
expresó la actitud hacia la vida que mantuvieron los griegos
cultos de su tiempo. En teoría política adoptó una posición más
realista que Platón. Se mostró conforme con el modelo de una
monarquía gobernada por un rey sabio que llegaría a representar
la estructura política ideal, pero reconocía asimismo que las
sociedades difieren en sus necesidades y tradiciones, y creía
que una democracia limitada conforma y ordena el mejor
compromiso concebible. En su teoría del conocimiento, Aristóteles
rechazó la doctrina platónica por la que el saber es innato e
insistió en que sólo puede adquirirse mediante la generalización
desde la experiencia. Interpretó el arte como una vía al
servicio del placer y de la ilustración intelectual en lugar de
ser un instrumento de educación moral. Su análisis de la
tragedia griega ha servido como modelo fundacional de la crítica
literaria.
ESCUELAS FILOSÓFICAS HELENÍSTICAS.
Epicureísmo
En el año 306 a.C., Epicuro fundó una escuela filosófica en Atenas. Como sus seguidores se reunían en el jardín de su casa fueron conocidos como los filósofos del jardín. Epicuro adoptó la física atomista de Demócrito pero aportó algunas novedades importantes. En lugar de un movimiento aleatorio de los átomos en todas las direcciones, afirmó para simplificar la explicación que un movimiento uniforme acontecía en dirección descendente. También admitió la posibilidad de un factor de casualidad que intervenía en el mundo físico al manifestar que los átomos, a veces, se desvían en un sentido impredecible (clinamen), facilitando así una base física para la creencia en el libre albedrío. Sostenía que la ciencia natural es importante sólo si se puede aplicar en la adopción de decisiones prácticas y para aplacar el temor hacia los dioses y la muerte. Afirmaba que el destino de la existencia es obtener la máxima cantidad de placer, que identificaba con un movimiento de simpatía y con la ausencia de dolor. Las enseñanzas de Epicuro se conservan sobre todo en el poema filosófico De rerum natura (De la naturaleza de las cosas) del poeta romano Lucrecio, que contribuyó mucho a divulgar el epicureísmo en Roma.
Estoicismo
La escuela estoica, fundada en Atenas hacia el 310 a.C. por Zenón de Citio, evolucionó a partir del movimiento anterior de los cínicos, que rechazaba las instituciones que estructuraban la sociedad y los valores materiales vigentes. El estoicismo representó la escuela más importante en el mundo grecorromano y en ella coincidieron escritores y personalidades tan importantes como el esclavo griego y más tarde filósofo romano Epicteto, y el emperador romano Marco Aurelio, conocido tanto por su sabiduría como por su nobleza de carácter. Uno de los más relevantes filósofos estoicos del Imperio romano fue el hispanorromano cordobés Séneca, preceptor del emperador Nerón, que mantuvo las tesis fundamentales del estoicismo antiguo con un importante tono moral y una concepción de la sabiduría como benevolencia. Los estoicos proclamaron que se puede alcanzar la libertad y la tranquilidad tan sólo siendo ajeno a las comodidades materiales y la fortuna externa, y dedicándose a una vida guiada por los principios de la razón y la virtud (tal es la idea de la imperturbabilidad o ataraxia). Asumiendo una concepción materialista de la naturaleza, siguieron a Heráclito en la creencia de que la sustancia primera se halla en el fuego y en la veneración del logos, que identificaban con la energía, la ley, la razón y la providencia encontradas en la naturaleza. La razón de los hombres se consideraba también parte integrante del logos divino e inmortal. La doctrina estoica que consideraba esencial cada persona como parte de Dios y miembro de una familia universal ayudó a romper barreras regionales, sociales y raciales, y preparar el camino para la propagación de una religión universal. La doctrina estoica de la ley natural, que convierte la naturaleza humana en norma para evaluar las leyes e instituciones sociales, tuvo mucha influencia en Roma y en las legislaciones posteriores de Occidente.
Escepticismo
El escepticismo, que profundizó en la crítica sofista del conocimiento objetivo, dominó la academia platónica en el siglo III a.C. Los escépticos descubrieron (al igual que Zenón de Elea) que la lógica es un mecanismo filosófico poderoso capaz de destruir cualquier idea positiva, y la usaron con arte. Su suposición principal era que la humanidad no puede alcanzar el conocimiento o la ciencia que conciernen a la realidad y que el camino hacia la felicidad, por lo tanto, se asienta en una absoluta suspensión de juicio. Como ejemplo extremo de esta actitud, se dice que Pirrón uno de los escépticos más notables se negó a cambiar de rumbo al acercarse a un acantilado y tuvo que ser corregido por sus alumnos. Carneades mantenía que las creencias adquiridas de la experiencia por vía inductiva pueden ser probables, pero nunca ciertas.
Neoplatonismo
l filósofo judeo-helenista Filón de Alejandría sumó la filosofía griega, en especial las ideas platónicas y pitagóricas, a la religión judaica en un amplio sistema que anticipó el neoplatonismo y el misticismo judío, cristiano y musulmán. Filón insistía en la naturaleza transcendente de Dios que supera el entendimiento y por lo tanto resulta indescriptible para los mortales; describió el mundo natural como una serie de etapas de declive desde Dios y terminando en la materia como origen del mal. Abogó por un régimen teocrático, y fue uno de los primeros en interpretar el Antiguo Testamento para los no judíos. Murió en torno al año 50 d.C.
El neoplatonismo, sustrato de una de
las escuelas filosóficas y religiosas más influyentes e
importante rival del cristianismo, fue fundado en el siglo III d.C.
por Ammonio Saccas y su discípulo más conocido, Plotino.
Éste basó sus ideas en los escritos místicos y poéticos de
Platón, los pensadores pitagóricos y Filón. Para Plotino, la
principal razón de ser de la filosofía es educar a los
individuos para la experiencia del éxtasis, en la que se hacen
uno con Dios. Dios (o lo Uno) está más allá del entendimiento
racional y es la fuente originaria de toda realidad. El universo
emana de lo Uno por un proceso misterioso de comunicación de
energía divina en planos sucesivos. Los niveles más altos
forman lo Uno: el logos, que contiene las ideas platónicas, y el
Alma cósmica, que da lugar a las almas humanas y a las fuerzas
de la naturaleza. Las demás cosas que emanan de lo Uno, según
Plotino, cuanto más imperfectas y malas son, más cerca están
del límite de la materia en su estado original. El fin más
elevado de la vida es depurarse uno mismo de la dependencia de la
conformidad física y, a través de la meditación filosófica,
disponerse para una reunión extática con lo Uno. El
neoplatonismo ejerció una fuerte influencia en el pensamiento
medieval.